Por Inés Dussel En el último tiempo, y no solamente por la llegada de las netbooks a las aulas, se evidencia un alza en el uso del lenguaje audiovisual en la enseñanza, ya sea como inicio o disparador de una secuencia didáctica, o bien como producción de los alumnos que evidencie apropiación de los aprendizajes. Distintas investigaciones muestran que es cada vez más común que en muchas materias escolares se pida a los alumnos como trabajo final una presentación de diapositivas, un “safari” de fotografías o un video. Según todos los reportes, los estudiantes invierten mucho tiempo en estas producciones, y los docentes suelen quedar satisfechos por su nivel de compromiso, en principio mayor al que mostraban cuando tenían que producir textos escritos para esas mismas disciplinas. Pero la novedad y el entusiasmo con las imágenes amerita una reflexión más profunda que la que hoy se escucha en muchas escuelas. Quisiera reseñar en este texto dos investigaciones recientes donde relevamos con un equipo de colegas los usos del lenguaje audiovisual en las aulas, para contribuir a pensar en algunas de sus ventajas y también de las dificultades que encuentran.
Entre el 2009 y 2010, realizamos en Flacso/Argentina y en la Universidad Alberto Hurtado/Chile una investigación sobre la cultura visual en escuelas secundarias de ambos países. Encuestamos a una muestra intencional de profesores, y encontramos que más del 90% de nuestros encuestados utilizaba producciones audiovisuales en la enseñanza y más del 50% pedía a sus alumnos que produzcan videos o presentaciones multimodales (combinando imagen, texto y sonido). Esta proporción nos pareció muy alta, frente a la expectativa inicial del equipo de investigación de poco uso de lo audiovisual; cabe mencionar que no había todavía programas de equipamiento universal de los alumnos, y estas experiencias se realizaban con las tecnologías disponibles (sala de informática, cañón o retroproyector, DVDs; incluso a veces las propias computadoras de los profesores se circulaban en el aula para mostrar imágenes). Los argumentos de los profesores para usar las imágenes fueron que ellas están más cerca de la experiencia y los lenguajes de los estudiantes; que los adolescentes ya no leen textos complejos y por lo tanto hay que usar presentaciones visuales resumidas y de alto impacto; y que la producción audiovisual genera entusiasmo y motiva a trabajar. Sólo una minoría de los profesores expresó fundamentos más complejos sobre la necesidad de aprender distintos lenguajes, y todavía menos se plantearon ventajas y desventajas de cada uno de ellos. El atraer la atención dispersa de los estudiantes y motivarlos a trabajar fueron las dos cuestiones más citadas como argumentos a favor de las imágenes. Como nos dijo una profesora, “los chicos hoy son visuales”, y esto parece redefinir los márgenes de acción de la escuela. En una investigación más reciente realizada en la Universidad Pedagógica de la Provincia de Buenos Aires (UNIPE) en Argentina, todavía en curso, encontramos más indicios de un uso extendido de las producciones audiovisuales de los alumnos, que sobre todo en las ciencias sociales se convirtieron en el medio privilegiado para evaluar los aprendizajes. Por ejemplo, si se trabaja la cuestión de la discriminación, se les pide a los alumnos que graben un reportaje o un testimonio sobre el tema; si se trabaja historia, se piden presentaciones audiovisuales que recopilen material de época y elaboren un argumento sobre el período. El nivel de satisfacción de los profesores que entrevistamos es alto: están contentos con el compromiso, la motivación y la participación de los alumnos. Pero el análisis de las producciones de los alumnos en las escuelas que observamos pide una mayor cautela sobre esta celebración, y también sobre el carácter eminentemente visual de la experiencia adolescente. En los videos que recolectamos, elegidos por los profesores por ser buenas producciones, se evidencia un predominio del formato escolar (muchas veces se leen fragmentos de libros de texto) y poca experimentación narrativa o estética (el video es una secuencia clásica y apegada de forma muy literal a la narración leída, o se usa un mismo tono musical para todos de música incidental). También se observa una presencia débil de los contenidos disciplinares: pese a que la voz en off reproduce muchas veces un texto “correcto”, la secuencia de imágenes muestra asociaciones muy pobres (por ejemplo, para hablar de la Triple Alianza, se muestran anillos), extemporáneas (para hablar de las naciones, se muestra a Messi con la camiseta argentina), y vinculadas a la cultura mediática (el mismo caso de Messi, o una foto de la película “Rocky” mostrando la pelea del norteamericano con el ruso, para hablar de la Guerra Fría). Algunos alumnos se resisten a hacer videos donde tengan que exponerse personalmente, por ejemplo en temas como discriminación o cuestiones de género; prefieren no estar obligados a mostrarse ante una audiencia difícil como la de sus compañeros de aula. En síntesis: lo visual no es siempre y en todos los casos un lenguaje donde se sienten más cómodos y más seguros. Por otro lado, tampoco parece ser cierto que las producciones audiovisuales traigan por sí solas otros lenguajes a la escuela. Al revés, los videos analizados en la investigación son textos claramente producidos para la escuela, y no videos que se subirían a Facebook o YouTube. Por ejemplo, un cartel final en un video le escribe un mensaje a su profesora, “Esperamos que le guste”; otro video contiene un relato en off leído en voz monocorde que se intercala con risas, señal de cierta incomodidad ante la tarea; otro copia textualmente el texto escrito y las imágenes de los libros de texto. En una muestra de 14 videos, encontramos tres producciones con mayor creatividad, ya sea técnica (un trabajo sobre las fotografías para darles movimiento, una animación con palabras recortadas en papel) o narrativa (la musicalización de un video sobre la Revolución Cubana con música de Carlos Puebla o la cita final de la fuente de donde se tomaron las imágenes). Es necesaria mucha más investigación sobre el tema, pero esta pequeña muestra de escuelas que trabajan y se comprometen con los medios digitales muestra que hay ambigüedades y ambivalencias que hay que considerar mejor. Habría mucho más para señalar en esta dirección, pero quisiera puntualizar dos cuestiones. Primero, el lenguaje de las imágenes no es necesariamente creativo u original: en los videos observados, se toman muchas imágenes estandarizadas, y para el guión, se recurre la mayor parte de las veces a una reproducción literal del libro de texto. No parece haber una apropiación o un desafío mayores en el promedio de estas producciones que en la producción de textos escritos. Esto tiene que ver con que el repertorio visual de los alumnos no es rico o desafiante por sí solo, y mucho menos aún lo es en relación a los contenidos escolares, sin mediar operaciones de la escuela o de los profesores. Para que se enriquezca, parece necesario otro tipo de trabajo y de búsqueda que la que hoy se propone, todavía muy a tientas y con criterios poco específicos. Por ejemplo, la consigna de “vayan y busquen imágenes de la Primera Guerra Mundial” puede ser un buen inicio de una secuencia didáctica, si va acompañado de un seguimiento sobre las opciones disponibles, los resultados alcanzados, y la redefinición de criterios; de otro modo son los libros de texto o los buscadores los que definen el repertorio visual disponible. Y los buscadores, es bien sabido, se guían por un algoritmo que privilegia la popularidad de la imagen, y no su veracidad o su riqueza semántica, elementos que la escuela sí debería privilegiar. Segundo, lo que estas producciones ponen en evidencia es que la expresión de los adolescentes está mediada por las industrias culturales contemporáneas, y que sus referencias vienen provistas por ellas. Frente a eso, y a la falta de otros criterios, muchos alumnos parecen elegir el camino seguro de seguir literalmente el libro de texto; en este caso, no nos estamos acercando a una apropiación más significativa de los aprendizajes sino manteniendo la dualidad del conocimiento escolar clásico por un lado, y por otro el mundo de las redes sociales y la cultura digital, donde reinan los criterios de popularidad y búsqueda automática de los medios sociales. Ninguna de las opciones parece conducir a un trabajo más interesante y plural que el que ya se hacía. Esto no quiere decir que haya que abandonar el trabajo con las producciones audiovisuales; antes bien, creo que es fundamental incorporarlas al cotidiano de la enseñanza, porque enriquecen los lenguajes y permiten expresarse con distintos modos de representación. Pero es importante debatir qué estamos produciendo con las actuales pedagogías audiovisuales. Como criterio general y básico, creo que, más allá de la importancia de lograr una mayor disposición a trabajar de los estudiantes –un elemento sin duda fundamental y básico para la escuela-, tenemos que plantearnos que estas producciones resulten desafiantes y enriquecedoras. Contra la opinión más extendida, eso no pasa sólo por traer estos lenguajes al aula; es necesario tener a mano mejores estrategias pedagógicas y didácticas, y poder ir reflexionando sobre lo alcanzado. En este mismo sentido, sería bueno pensar en secuencias didácticas que permitan volver sobre las producciones; en la actualidad, no hay tiempo ni posibilidades técnicas de mirar todas las producciones en conjunto, y los trabajos quedan como versiones finales, cuando podrían ser buenos “borradores” y puertas de entrada a problematizar por qué esta imagen, esta secuencia visual, este texto o aquel otro… En esa revisión compartida de criterios de selección y de organización narrativa, podría darse lugar a un tipo de trabajo que permita producciones más complejas y mejor fundamentadas. Ese tipo de trabajo pedagógico puede permitir lograr una apropiación del lenguaje visual por parte de los alumnos más original y más libre, no sólo de los viejos mandatos escolares sino también de la tiranía de las industrias culturales, que amenaza ser tanto o más opresora que la vieja escuela. “Los chicos son visuales” dejaría de ser un cliché, y podría abrir un espacio de conversación sobre la cultura visual actual, sus nuevas jerarquías, sus inclusiones y exclusiones, y también sobre las viejas culturas escolares con sus panteones y repertorios cristalizados. Este diálogo sería una contribución muy importante para la formación de las nuevas generaciones en esta cultura visual digital. http://elmonitor.educ.ar/category/secciones/cultura-digital/ |
Creo que sí. tenemos que plantearnos que estas producciones resulten desafiantes y enriquecedoras y lograr una apropiación del lenguaje visual por parte de los alumnos más original y más libre, Se deberá incentivar el uso del lenguaje audiovisual en la enseñanza, ya sea como inicio o disparador de una secuencia didáctica, o bien como producción de los alumnos que evidencie apropiación de los aprendizajes a través de una planificación que permitirá pensar fundamentalmente en la articulación del texto, las imágenes, los sonidos y las transiciones articulando los recursos y construyendo sentidos.
Este enfoque de secuencias didácticas para la apropiación del lenguaje audiovisual y que las producciones sean más originales, llevara un tiempo de trabajo, en primer lugar del docente que logre apropiarse de esta herramienta y darle un carácter de interacción y movilización en las producciones de los alumnos.
Considero que los chicos….niños y adolescentes…ya tienen ese lenguaje virtual (que es más que visual) y somos los pedagogos…docentes…padres….los que no ayudamos a encauzar esos saberes de los niños. Por eso, cuando hacen las producciones para el colegio, quieren agradar a sus docentes (quienes sólo entenderían la producción con un formato anticuado y escolar)
Los maestros tenemos que agiornarnos a los tiempos en que estamos viviendo….actualizarnos….capacitarnos…para que no prevalezca la expresión mediada por las industrias culturales actuales con criterios de popularidad, sino que todo lo virtual sea un instrumento para el proceso de enseñanza- aprendizaje….en donde tanto alumnos como docentes se van retroalimentado con cada revisión de las producciones.
Inés Dussel considera que las producciones audiovisuales de los estudiantes reflejan un uso limitado del lenguaje, un empleo acotado de las imágenes con poca adecuación al texto que acompañan, porque les ha faltado realizar un trabajo previo de mayor investigación sobre el tema a tratar. Han faltado tiempos de revisión compartida, de seguimiento docente con buenas estrategias didácticas, tiempos para la problematización, el debate, la reflexión para desenmascarar lo naturalizado…
Es que los adultos tampoco se dan tiempo para este tipo de acciones en su vida privada.
Así, resulta difícil que lo promuevan y lo transmitan como actitudes cotidianas. Y es así porque a ellos -los docentes- también les apremia el tiempo: tiempo de enseñar/ de evaluar/ de promover/ de presentar planificaciones….
Cuando los niños se encuentran con docentes sin tiempo, padres sin tiempo, concluyen que la vida se vive sin tiempo… luego tenemos niños que quieren hacer todo rápido y de una sola vez: no quieren RELEER un texto, ni REVISARLO, ni CORREGIRLO, ni TRANSCRIBIRLO…. te dicen.: Uh!… ya lo pasé en tinta en la carpeta!!!
En el ámbito docente se habla mucho de PLANIFICAR EL TIEMPO, pero no nos damos TIEMPO…
Me gusta pensar lo virtual no como elemento o recurso…. eso dejemoslo para el pensamiento de los 90, hoy en dia hay que pensar lo tecnológico desde la formación de los profesorados, trasponerlo con las otras didácticas y áreas del conocimiento
Me parecio una nota muy interesante que pone en tela de juicio el modo en que incluimos los textos audiovisuales y nuevas tecnologías de comunicación. El acompañar en este mundo nuevo, virtual, con su reglas propias, es fundamental para poder producir nuevos significados. Bajo ningún tipo de vista es, simplemente, cambiar un formato analógico por uno digital.
Claramente debemos poder comenzar a introducir cambios en los modos de enseñar y esas consideraciones que se presentan durante el abordaje de propuestas audiovisuales son las mismas que se ponen en evidencia en los salones donde se pretende conseguir lecturas críticas para fortalecer el desarrollo integral con libertad pero también con responsabilidad .
Plantear situaciones desafiantes y enriquecedoras es tarea del docente.
Si mencionamos el ejemplo en el que la consigna es «buscar imágenes sobre la guerra», no estaríamos proponiendo una consigna problematizadora para los alumnos de modo que los docentes tampoco recibirían una producción creativa u original.
Es necesario analizar y reflexionar sobre nuestras prácticas. Tal como sostiene el texto, podríamos comenzar por plantear secuencias didácticas que permitan volver sobre las producciones audiovisuales y realizar revisiones compartidas sobre las mismas.
Creo que es importante que utilicemos como estrategias de enseñanza el uso de la tecnologías, de audiovisuales para facilitar el aprendizaje de nuestros estudiantes y que a la vez ellos recurran a la tecnología para presentar sus trabajos. Como bien dice Inés Dussel en su investigación genera motivación, despierta el interés, pero es conveniente hacer hincapié que en las producciones de los estudiantes muestre una elaboración propia con un análisis crítico del tema que se aborda en las presentaciones y no sean un copia y pegue de imágenes, textos no leídos y comprendidos
La utilización del uso de la tecnología, de audiovisuales en situaciones planteadas en clase, permite el enriquecimiento en la tarea del docente, ya que los alumnos pueden realizar un análisis crítico del tema al cual se esta planteando.
Según la autora Inés Dussel, la motivación, el interés son elementales para que los alumnos elaboren un análisis crítico del tema tratado.
Es fundamental hacer un replanteamiento acerca de las prácticas docentes, teniendo en cuenta el uso de secuencias didácticas relacionadas con las producciones audiovisuales para que los niños participen en un análisis crítico del tema trabajado.
Me pareció sumamente familiar cuando habla de PPT que consisten en copiar textualmente páginas de manuales. En una presentación que me tocó ver noté eso y me preguntaba ¿Para qué hacen un PPT si solo copian el manual? O también cuando veo algún video y las imágenes consisten únicamente en mostrar lo que dice una canción verso por verso o similar. Es muy aburrido eso.
El uso de la tecnología y de audiovisuales son una herramienta que resulta muy útil dentro del aula. Es cierto también que a veces las producciones no son las esperadas ya que uno como docente espera un poco más de sus alumnos. La poca experimentación narrativa o estética y poca presencia de los alumnos en los videos que plantea Inés Dussel hay que trabajarlo mucho con ellos.
Es aceptable la apreciación que realizó Inés Dussel respecto del uso de las tecnologías que ha llevado a muchos docentes a la pasividad. El «clic» de la computadora ha echado por tierra el uso de los libros los cuales considero la única herramienta factible de manipular para hacer un trabajo de exploración anticipación e inferencia ´para luego profundizar en los textos.